viernes, septiembre 26, 2008

La Donación de mis órganos....

Quiero el día que yo muera
poder donar mis riñones,
mis ojos y mis pulmones.
Que se los den a cualquiera.

Si hay un paciente que espera
por lo que yo ofrezco aquí
espero que lo hagan así
para salvar una vida.

Si no puedo respirar,
que otro respire por mí.
Donaré mí corazón
para algún pecho cansado
que quiera ser restaurado
y entrar de nuevo en acción.

Hago firme donación
y que se cumpla confío
antes de sentirlo frío,
roto, podrido y maltrecho
que lata desde otro pecho
si ya no late en el mío.

La picha yo donaré,
que se la den a un caído
y levante poseído
el vigor que disfruté.

Pero pido que después
se la pongan a un jinete,
de los que les gusta brete.
Sería eso una gran cosa
yo descansando en la fosa
y mi picha dando fuerte.

Entre otras donaciones
me niego a donar la boca.
Pues hay algo que me choca
por poderosas razones.
Sé de quien en ocasiones
habla mucha bobería;
chupa lo que no debía
y prefiero que se pierda
antes que algún comemierda
mame con la boca mía.

El culo no donaré,
pues siempre existe un confuso
que pueda darle mal uso
al culo que yo doné.
Muchos años lo cuidé
lavándomelo a menudo.
Para que un cirujano boludo
en dicha transplantación
se lo ponga a un maricón
y muerto me den por el culo.

CAMILO JOSÉ CELA

lunes, septiembre 08, 2008

Orlando López

Orlando López fue mi profesor de dibujo en el colegio. En estos días depurando mis pertenencias ( botando lo que no me sirve ), encontré un valioso documento. Se trata de una publicación de la Gaceta dominical del diario EL PAIS. En esta edición aparecen poesías ilustradas del profesor. Algunas de ellas me parecen extraordinarias por su minimalismo y contundencia.  

A continuación, el segmento donde aparece la ilustración. Pueden verlo mas grande haciendo doble click sobre el. Espero les guste.

Pifia

Desde un oscuro lugar donde habite
Me llega un cable:
"Por favor regresa pronto,
te llevaste la sombra que no era"

Orlando Lopez.

Devolución

Es miércoles. Alguien entra en mi y deposita un muerto. 
Hay sigilo en sus movimientos, debe tratarse de un profesional.
Todo lo ha hecho tan meticulosamente que ahora cuando sale,
tiene la precaución de apoyarse sobre el párpado inferior de mi ojo 
izquierdo y recostarse sobre la esclerótica para eludir mi mirada.
No intento detenerlo, estoy parado frente al espejo maravillado por
el método con el que me han devuelto el amor.

Orlando López

El rescate

Ella recobro la piel de nuevo y mientras se la colocaba, lanzo un vistazo rapido sobre el cuerpo deshollado de su amante que yacia sobre el lecho. 
Luego, salio precipitadamente del cuarto, gano la calle y abordo el ritmo pausado de la noche.
Estaba feliz de haber vuelto a ser ella en su totalidad.

Orlando López.

Sismo

El día fue apagando su tono vegetal mientras en los amantes se encendía la llama. Las trenzas de Susana caían cual ceniza sobre las laderas del lecho, sus cuerpos hacían erupción y todo lo adulterado en la memoria se agrietaba y cedía ante le empuje de los minerales. Al día siguiente, cuando cuando salieron de sus aposentos, contemplaron horrorizados la ciudad en escombros.

Orlando López.

Resignación

Había un pan duro y unas certezas. Ni sensaciones, ni sentimientos. Todo estaba adormecido hasta que recordó otra vida, dispersa, difusa y débil. Tuvo entonces el valor de reconocer que estaba muerto. Se levanto, miro con nostalgia su cadáver y luego atravesó la pared que nos limita el cielo.

Orlando López.