El domingo pasado salí con mi hermano menor en moto hacia Sopó. Tomamos la autopista norte y creo que nos tomo unos 40 minutos llegar a nuestro destino. En ésta población está una de las plantas de Alpina. El clima es frío pero agradable. La plaza es muy bonita, tiene una gran variedad de arboles con sus respectivos nombres escritos en placas.
En la plaza encontramos un letrero con un mapa donde se podía ver el camino hacia el cerro Pionono. Para llegar al cerro tuvimos que tomar una carretera bastante empinada y en uno de sus tramos la moto “entro en pérdida” y nos caímos en la cuneta. Yo intente poner el pie para detener la caída pero era imposible llegar al piso de la cuneta que se hallaba muy profundo con respecto al nivel de la carretera. No tuve otra que dejarme caer…
….dejate caer…dejate caer…la tierra es alreves ….la vida es imprecisa…dejate caer…( Cafetacuba ).
Gonzalo cayo y no pareció moverse mucho del sitio de caída, mientras que yo rodé sobre mi espalda. Mientras rodaba, vi como el pie de mi hermano se doblaba y que simultáneamente su zapato se desprendía del pie. Me preocupe por un instante, pero cuando vi que reía sin parar me tranquilice.
De ahí en adelante yo tome la dirección de la moto. Avanzamos hasta llegar al punto donde la carretera era destapada y con mucha piedra suelta. Llegamos a una portería que marcaba el inicio del parque pionono. Ahí un guía nos condujo por los diferentes senderos. El regreso lo hicimos lentamente, pues íbamos bajando por una carretera poco firme en el primer tramo y muy empinada en todo el recorrido.
Llegamos a Sopó y buscamos donde almorzar. Entramos a un restaurante y pedimos un corrientazo con carne sudada. Le dije a la mesera que la carne la quería bien sudada, a lo cual ella respondió: sudada de que parte?...yo baje la cabeza y puse las manos sobre ella ( sobre mi cabeza ). Mi hermano dijo: y que puedes decir después de eso?
Creo que por primera vez sentí algo parecido a lo que puede sentir una mujer cuando escucha los piropos de los obreros de construcción. No me podía quedar callado, el orgullo masculino entro en acción y entonces respondí: de donde usted prefiera.
Cuando ya nos íbamos del restaurante, se acerco la mesera y pregunto: ¿que tal les pareció la carne?...y yo respondí: muy buena...pero tengo una duda...de que parte la sudo?...y ella respondió: si le pareció exquisita usted debe saberlo...
Lo anterior sucedió en un ambiente de virtualidad real que genera universos paralelos con el permiso del altísimo...nada de lo anterior existe: mi hermano, no lo es; la mesera no existe y nunca expreso algo comprometedor acerca de la sudoración; yo no existo, por lo tanto éste escrito tampoco y me da pena decirlo;usted señor lector, es solo una ilusión.
Leo.